La obligación de perder



Tragicómica fue la inauguración como local del Caracas FC en la Copa Libertadores 2010, tanto así que me hizo recordar aquel notorio libro de Eduardo Galeano, El Fútbol a Sol y Sombra [1995], donde expresaba la tendencia de algunos países y equipos de no poder romper el peso de la historia y hegemonía de otros equipos, como si obedeciera a quién sabe qué secreta maldición venida del fondo de los siglos.

Caracas FC ofreció un juego aceptable. No obstante, la falta de definición, el teatro, y los agentes invisibles fueron las circunstancias para una noche que dejó un muy mal sabor de boca en los hinchas del Caracas FC (y de cualquier hincha objetivo del fútbol venezolano).

Durante los primeros 35 minutos del encuentro, el Caracas FC fue dueño del balón. Dominaba el medio campo. Exponía las debilidades de la defensa brasilera. Esa defensa del Flamengo, último campeón brasilero que ni por un solo minuto fue superior al equipo local durante el encuentro. La barra del Caracas FC cantaba, y con ella, el resto del lleno Estadio Olímpico de la UCV. Era una fiesta donde todos esperaban el primer gol y la celebración subsiguiente.

En el auge del dominio, una jugada en el área chica del Caracas FC, llevaría la trayectoria del balón a la mano de Giovanny Romero... y la sentencia del juez con su mazo: la pena máxima.

Vagner Love anotaba el primero y como por arte de magia, el Caracas FC se convirtió en otro equipo. Entre la sorpresa y el desconcierto, el ánimo se desvaneció. Pocos minutos después culminaría el primer tiempo.

En el segundo tiempo los Rojos del Ávila salieron con otra fuente de energía. La “Pulga” Gómez casi empataba con un tiro libre que pegaría en el travesaño. En los primeros minutos Toró fue expulsado después de una fuerte entrada sobre Gabriel Cichero. Parecía que la oportunidad se presentaba.

El Flamengo por su parte, salió a demostrar que en Brasil hay actores cuya existencia Hollywood ha ignorado a traves de los años, tal vez por eso se volvieron futbolistas. Meritorio de un Oscar fue el cancerbero Bruno, quien pasó gran parte del segundo tiempo acostado en la grama. Ahí en el cesped, donde pasaban los segundos, los minutos, los años. Pero cuando llegaba la camilla, plop, por arte de magia era el acto de la resurrección. Tan buena labor hizo el público venezolano en recordarle su orgullosa progenitora cada vez que éste tocaba el balón. No obstante, Bruno no sería el único agente en contra que tendría el Caracas FC esa noche.

El conjunto local siguió luchando y en una bonita jugada iniciada por Gabriel Cichero, Rafael Castellín lograba el empate. Se respiraba de nuevo en las tribunas. Caracas FC volvía a animarse y a pasarle por encima al equipo visitante. Pero solamente duraría pocos minutos. Ya no era sólo Bruno quien necesitaba un break para que el reloj llegase a 90. Esta vez fue el árbitro linier el que detendría las acciones porque aparentemente sufría molestias en su brazo o muñeca. El juego se detuvo una vez más, donde varios jugadores y árbitros fueron a atenderlo y proveerle tiempo y espacio para que retomara su íntegra y transparente labor como fiel oficial de la Conmebol en suelo venezolano. El juego estuvo detenido por exactamente 4 minutos, que más nunca volverían. Se reanudaba el encuentro y se enfriaba el momento que vivía el equipo local.

El juego volvía a ser lento y desanimado. Las tribunas calladas. Era 1-1 pero parecía que el marcador fuese adverso. Repentinamente se durmió la defensa, y ese descuido sería aprovechado por Vagner Love, anotando el segundo después de driblar a Renny Vega. Los defensores se miraron, el árbitro miró a los asistentes quienes lo miraron de regreso no sabiendo qué decir, los comentaristas de televisión no cantaban el gol porque no veían movimiento desde el equipo arbitral, pero después de los eternos segundos de incertidumbre, se confirmaría que en efecto, Flamengo había anotado su segundo gol de la noche.

Era el fin. El Caracas FC ya no fue el Caracas FC. La realidad del deporte tan psicológico que es el fútbol no era procesada con facilidad en la mente de los jugadores locales, quienes fueron superiores y lucharon tanto pero se veían una vez más abajo en el marcador.

Pero la obra no estaba terminada. En el minuto 90, el árbitro asistente dio 3 minutos de descuento. Una de las bofetadas más cínicas al Caracas FC por parte de una decisión arbitral. Tres minutos era menos del tiempo que el mismo linier desperdició interrumpiendo el juego por las molestias en su muñeca. Sin considerar la eternidad que pasó el arquero Bruno en el suelo. Los mismos comentaristas mexicanos de Fox Sports hablaban de lo atroz que era dar 3 minutos de descuento cuando “mínimo debieron haber dado el doble.”

Como por efecto dominó, la bofetada de los 3 minutos sería sellado con otro gol del Flamengo. Extrañamente no era un gol que dolía. La falta de concentración y de interés por parte del Caracas FC era tan obvia que tal evento a nadie sorprendió. Era un regalo del universo para las circunstancias de la noche. La cereza en medio de la torta.

Nelson Lara para La Red Avileña.
nelsonlara@laredavilena.com

- Ficha Técnica:

1. Caracas: Renny Vega; Giovanny Romero (m.56, Rodrigo Prieto), Jaime Bustamante, Alejandro Cichero, Gabriel Cichero; Franklin Lucena, Edgar Jiménez, Jesús Gómez (m.80, Alexander González) y Alejandro Guerra; Rafael Castellín (m.76, Fernando Aristeguieta) y Zamir Valoyes. Entrenador: Noel Sanvicente.

3. Flamengo: Bruno; Leo Moura, Álvaro, Fabricio, Juan; Toró, Fernando (m.54, Rodrigo Alvim), Kleberson, Vinicius Pacheco (m.84, Gonzalo Fierro); Dejan Petkovic (m.59, Ronaldo Angelim) y Vagner Love. Entrenador: Jorge Luis Andrade.

Goles: 0-1, m.36: Vágner Love, de penalti. 1-1, m.65: Rafael Castellín. 1-2, m.75: Vágner Love. 1-3, m.93: Rodrigo Alvim.

Árbitro: Wilmar Roldán.
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